CUENTO II (o el atraco a vuela pluma de C.M. en 6 min.)
Chuang Tzu pensó durante largo rato qué sería aquello que el rey le demandaba en forma de dibujo. Pasado un año todavía seguía corriendo a través de bosques y planicies. Chuang Tzu nunca había visto un cangrejo.
Cansado de recorrer caminos, una mañana, pasados dos años de la petición real, se sentó junto a un río. De sus aguas, como por encanto, emergió una figura femenina que le sonreía con aspecto pícaro.
- Chuang Tzu -le dijo-, tengo algo que buscas sin descanso.
Y extendiéndole la mano, hizo saltar un pequeño cangrejo amarillo, que fue a posarse en la cabeza de Chuang Tzu.
- Éste es el pequeño tesoro que buscabas con tanto interés.
Pasados los cinco años acordados, el rey contemplaba extasiado en un espejo colocado ante sí, en el gran salón, el reflejo del pequeño cangrejo amarillo que Chuang Tzu nunca quiso dibujar.
C.M.
0 comentarios