CUENTO III (o el atraco a vuela pluma de Tautina en 6 min.)

Tisu miró el pergamino. La última gota aún resbalaba de su junco y la obra ya estaba completa. La observó, un exacto trazo negro silueteaba la figura de un crustáceo, perfecto, concreto y simple cangrejo.
Tisú se sintió intranquilo, diez años y una vida de comodidades a cambio de un trazo, una obra perfecta, la síntesis del minimalismo puesta al servicio del admirador.
Si se asustó o se sintió intranquilo en este tiempo, largo tiempo de bienestar, no podía expresarlo ahora. Su mecenas escrutaría la obra y el sabía, debía creer y demostrar, que la síntesis de todo el concepto estaba ahí, en ese trazo sinuoso y casual que perfilaba el crustáceo solicitado.
El monarca llegó, miró el pergamino y posó sus ojos dignos en el pintor.
Tisú alzó el mentón. Su obra era perfecta. Un cangrejo precioso y conciso, lo que el rey le había pedido. El orgullo le nació del rostro y se derramó por la sala, afectando a cortesanos y sirvientes. Sostuvo la mirada del rey con todo el valor de su talento.
- ¿Qué es esto? – preguntó el monarca con rostro impasible.
- Un cangrejo majestad, tal como pedisteis – respondió Tisú pleno de confianza -. ¿Os sorprende acaso que un solo trazo al aire pueda representar la esencia del cangrejo?
- No – contestó el monarca -. Me asombra que hayas tardado diez años en dibujar una langosta.
Julia R. Robles
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JuanDelTrueno -
JuanTzú.