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La Librería

Cinco Editoriales que recomendar estas navidades

Cinco Editoriales que recomendar estas navidades

Hoy voy a ejercer de librero y os voy a dar una ristra de nombres chulos.
Que publicar está jodido ya lo sabemos todos. Que en el negocio editorial sólo hay malvados mercachifles que buscan el dinero en vez del arte, es teoría conspirativa propia de frustrados.
Sí que es verdad que la tendencia a los grupos gigantescos (Grupo Planeta, Random House, o la siempre divertida Ediciones B - Grupo Z) inunda el mercado de best-sellers absurdos. Pero también es cierto que frente a ellos luchan algunas editoriales independientes, de mayor o menor potencial económico, que nos pueden descubrir Literatura, con mayúsculas. Aquí os pongo cinco de las editoriales más interesantes, a mi parecer, cuyos logos podríamos buscar estas Navidades a la hora de regalar algún libro o cuyas novelas podríamos poner en la carta a los Reyes.
Conste en acta que soy más amigo de autores concretos que de editoriales en general. Pero conste también que hay sellos que me han decepcionado rara vez, sellos cuyos libros da gusto poner en mesa en pilas de cinco, aunque se muevan menos que un Plaza Janés o un Planeta.

  • ACANTILADO: Ésta es una perlita. El editor de la catalana Quaderns Crema la lanzó en 1999 y desde entonces, si algún adjetivo hay que ponerle, yo le daría el de exquisita. Libros de pequeño volumen, con una encuadernación preciosa y muy cuidada, han traducido además un extenso catálogo de autores del centro-este de Europa (polacos sobretodo) y rusos. Títulos recomendados: Los Espectros // Relatos (completos, de Rudyard Kipling) // Los ojos del hermano eterno (de Stephan Zweig. Este os lo recomiendo a todos los molinetos, y en concreto a Julia, no sólo por los dos magníficos relatos sino por la introducción que hace el propio autor, creo que os parecería interesante como escritores).
  • ANAGRAMA: Mi editorial por antonomasia. Aunque el Herralde sea un poco capullo, editan lo que en muchos otros sellos no se atreven. Y no me vale eso de que la "literatura underground" ya no existe porque no hay represión ni censura: cuando te has encontrado frases como "un policía blanco y un policía no-blanco" en algunas sinopsis inolvidables, sabes que existe más censura, vestida de corrección política, que nunca. Lo bueno de Anagrama es que ni si quiera han caído en lo fácil, que era erigirse en adalid de las letras malsonantes o las ideas cruelmente expresadas: puedes encontrar a Bukowski, a Hunter Thompson, a Burroughs o a Fante (ya están sus obras completas, al fin, creo que Pregúntale al Polvo le gustaría a Pablo) o incluso a Cooper (lo más abyecto y repugnante impreso jamás), pero también encuentras escritos elegantísimos como Posesión, de A.S. Byatt, epopeyas como Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño o una novela impresionante, impublicable por longitud y estilo (aires a Mil y una Noches o al Decamerón) como esa del catalán Miquel de Palol llamada El Jardín de los Siete Crepúsculos. Eso no vende. Pero da gusto leerlo. Además, con lo cuentistas que somos aquí, tenemos que amar a una editorial que consigue vender mucho relato breve: Carver, Monzó, Barnes... todos ellos con la A en el lomo. Títulos recomendados recién editados: El vampiro de Ropraz // Brooklyn Follies (en bolsillo) // El café de la juventud perdida.
  • TUSQUETS: Más irregular que Anagrama. No sabría decir qué línea llevan, si es que llevan alguna. Pero si aún no has leído nada de Banana Yoshimoto o Haruki Murakami este puede ser un buen momento. Además, pese a que no suelen lanzarse con el relato breve, a veces sorprenden con cositas como "Todos los cuentos" de Cristina Fernández Cubas. Títulos recomendados recién editados: After Dark.
  • IMPEDIMENTA: Otra perlita. Su catálogo no es extenso, pero hace algunos de los libros más cuidados que hay actualmente en el mercado. Recientemente uno de sus libros, Botchan, se ha llevado el Premi Llibreter (otorgado por libreros de Cataluña en vez de por editoriales... lo cual da cierto gusto) y tienen una pinta estupenda dos novelas del polaco Stanislaw Lem: El Hospital de la Transfiguración y Vacío Perfecto.
  • BYBLOS: Sí. Byblos. Y no me he vuelto loco. Este sello de bolsillo de Ediciones B es lo último bueno que queda de esa panda de locos. Son pequeños, cargados y la mitad de sus portadas son infames, pero puedes encontrar muy buenas novelas de género (especialmente intriga y, sobretodo, ciencia ficción) que te tendrán enganchado durante días por sólo seis euros cada una. Actualmente es el sello de bolsillo más barato del mercado, y si la recomiendo es porque, precisamente, me da miedo que desaparezca dentro de poco. Porque así es como funciona Ediciones B: cagándola. Recomendados: Relatos completos de Isaac Asimov, Lo mejor de los premios Nébula, compilado por Ben Bova, y El Libro del Día del Juicio Final, de Connie Willis.

Y hasta aquí hemos llegado. Que paséis unas buenas fiestas, que leáis mucho, no le peguéis al cava más de la cuenta, y... a cuidarse, amigos!

"Al libro le sienta bien la crisis", o por qué un autor novel no debería rendirse

 

Hola amigos. ¿Estáis empobrecidos? Yo también. La crisis económica nos toca los cojones sobremanera, da igual cuánto dinero metas que al final siempre vas de culo. Es el tema de moda, más que los apaños de la inauguración de los JJOO de Pekín. ¿Cómo afecta esta crisis al mundo del libro?

Pues parece que poco.

Es verdad que una cosa son las editoriales y otra las librerías. Sí, ser librero es un negocio paupérrimo, pero también puedo decir que en mi librería, mientras la venta de material de oficina y escolar, y de juguetes, hace aguas por todos lados, las secciones de ficción y no ficción aguantan el tirón. Renqueantes, ok, pero lo aguantan.

Respecto a las editoriales, os remito a un interesante artículo publicado en El País el 24 de Mayo de este año, firmado por Jesús Ruíz Mantilla. Titulado “Al libro le sienta bien la crisis”, el autor hace repaso al negocio editorial en el primer cuatrimestre del año. Como no es plan andar citando (buscad y leed, para eso está San Google) os hago un croquis con los puntos que más me han llamado la atención:

1) Hay crisis (toma ya).

2) Pero las editoriales están por encima de sus presupuestos.

3) Ha subido el índice español de lectura hasta un 57% (un 60% en las mujeres).

4) En España se publican alrededor de 70.000 libros al año.

¿Será por las agresivas estrategias de marketing? ¿Será que la gente se vuelve más culta por momentos? Nadie lo diría viendo la parrilla televisiva, pero oye, todo puede ser. ¿No será que este año ha habido una colección enloquecida de best-sellers? Pensad que 2008 es el año de Un Mundo Sin Fin, El Juego del Ángel, Harry Potter 7 y El Niño del Pijama de Rayas. Ahora los marineros tienen un amor en cada puerto y un Zafón en cada mesilla. Pero editoras como Sigrid Kraus (de Salamandra) flipan viendo los números de su editorial sin contar ni con el Niño del Pijama ni con Harry Potter. Vamos, que la cosa no va sólo de best-sellers.

De todo este rollo, a mí lo que me ha marcado ha sido lo de los 70.000 libros publicados al año. ¡Eh! ¡70.000! Se dice pronto. Y pienso que esa es una noticia que a todos los que nos dedicamos, además de a leer, a escribir, debería alegrarnos.

Y es que se puede publicar. En serio. No me meteré en el tema de la autoedición (la cual aborrezco) porque lo haré en la siguiente entrada de este blog. Asi que primero hablemos de editoriales.

Hay muchísimas. Y como los grupos fuertes son cada vez más fuertes, brotan de sus costados editores requemados que montan otras minoritarias. Y por minoritarias no quiero decir “menores”. Me refiero a lugares donde se atreven a publicar algo bueno pero no tan descaradamente comercial. O lugares donde lanzan algo que casi ha pasado el filtro de una “grande” pero al final no se publicó por mera saturación de títulos editados al año. O, quizá, editoriales donde puedes publicar la más absoluta basura (antes de que quiebren), como ha hecho El Andén. Que sí, tiene alguna cosa de Vázquez-Figueroa… pero también ha publicado engendros como El Asesino del Bien, tremenda novela policíaca basada en un pirado cuyos asesinatos tienen relación con el régimen homeopático que siguen las víctimas. Suena a coña, igual que su portada. Pero no lo es:

Y además… ¿por qué rechazamos tan directamente a las grandes? Sí, es dificilísimo, pero a mi librería llegan cada dos por tres novedades de autores nacionales que son primeras novelas. ¿Tendrán algún contacto? Quizá sí. O quizá no. Y la verdad es que alguno de estos libros es realmente sorprendente, atrevido, y a veces “poco comercial”.

En segundo lugar, hablemos de libros. ¡Hay cada pedazo de mierda por ahí! ¿En serio somos incapaces de escribir algo como 616 Todo es Infierno?

El nunca suficientemente valorado Stephen King dice, más o menos, que “para un escritor en ciernes, leer una buena novela es un placer y un reto, pero leer una mala debería ser un estímulo. Si él ha podido, ¿por qué tú no?”. Pues tiene más razón que un santo. Quizá querer ser el nuevo García Márquez no es el camino. A lo mejor no eres tan bueno, sólo aceptable. Puede que mejores, o puede que no. Asúmelo y no fuerces la escritura pretendiendo ser Unamuno. No hay nada más patético que un tío intentando hacer break-dance sin saber. Pues lo mismo pasa con la literatura.

Cuando trabajas en una librería pasan por tus manos todo tipo de libros, y te das cuenta de que se ha publicado ya de todo. Los argumentos más inverosímiles han encontrado cabida en alguna editorial. Las ideas más absurdas se han plasmado en novelas. Ellos, esos jetas alegres, esos maravillosos malos escritores, que van por el mundo de las letras con sus cachazas y sus andares torpones y una eterna sonrisa orgullosa, perpetrando grandes frases como “había recibido un disparo en el corazón; en el pecho, un poco a la izquierda”, ellos, decía, lo han logrado.

¿Por qué tú no, si eres mejor?

Y la mejor parte.

¿Por qué tú no, si eres igual de malo?

Aquí hay sitio para todos. Creo que lo que más me aporta mi trabajo de librero, cuando me miro como escritor, es esperanza e ilusión. Sigue escribiendo. Sigue mejorando. Sigue intentándolo. No sería tan, tan, tan raro que al final consiguieras entrar en el Olimpo.

Aunque sea por la cocina.

Entre los estantes de junio

Entre los estantes de junio

 

Hola amigos. Llega el veranito y con él las campañas de bolsillo de los grupos editoriales fuertes. Hay crisis económica, todo el mundo está jodido, y necesitamos evadirnos con historias interesantes. Pero por desgracia, los títulos sacados al mercado en estas campañas “a cinco euros” son un asco. Hasta El Perfume, o La Tapadera (que tienen más años que Matusalén) han encontrado un huequito en estos lanzamientos. Así que en vez de daros un listado de libros interesantes (acercaos a una librería y preguntarle al librero cuando más trabajo tenga… estoy seguro que os atenderá encantados con ese buen hacer que nos caracteriza) querría comentar algunos aspectos curiosos que se están viendo este año en el mundo del libro de bolsillo.

Para empezar, el todopoderoso grupo Random House Mondadori, con su sello DeBolsillo, ha conseguido darle la tortilla al propio significado primigenio del nombre. Por libro de bolsillo entendemos algo “barato, portátil y que antes era demasiado caro y gordo como pa comprármelo”. Bueno, estos piezas empezaron tiempo atrás con su colección “Inédito”, que como ya comenté en una entrada anterior, se nutre de obras no publicadas anteriormente en nuestro idioma. La idea estaba bien… ¡tan bien, que ahora editan en formato grande los bolsillos que mejor les han funcionado! Aunque no fue el best-seller puntero de este Abril, seguro que Peter Harris y su “Círculo Octogonus” se sacó unos buenos números. Yo la verdad es que me sorprendí cuando lo vi. “Coño, pero ¿esto no estaba en bolsillo ya?” Pero no amigos, eso se acabó. Ahora lo mismo empiezas publicando en barato y si funcionas te hacen una tapa dura.

En fin, a mí, lo que me pareció cachondo fue que editaran precisamente a Peter Harris. Estamos hablando de un tío cuya novela “El Enigma Vivaldi” se argumenta en el hallazgo de una partitura apócrifa atribuida a Vivaldi cuyas notas sonaban tan mal que la Iglesia la prohibió por temer que la hubiera compuesto el diablo. Que digo yo, que si sonaba tan mal… ¿por qué coño se la atribuyen a Vivaldi? Vale la pena leerla sólo para ver cómo resuelve eso el autor. Bueno, el estilo, ya os lo imagináis, complots eclesiásticos, persecuciones trepidantes, sectas secretas, etc. La verdad es que vende.

La segunda cosa que me ha sorprendido estos meses son los timo-bolsillo que están apareciendo. A ver, hay gente que realmente se espera a que salga en bolsillo un libro que quieren leerse porque no están para fundirse veinte euros en cada título interesante. Y ante esa necesidad, lo que están haciendo algunas editoriales es tocarnos los cojones con “bolsillos de lujo” caros de narices. Ejemplos: “Todo bajo el cielo”, de Matilde Asensi, editado por Booket: 14,50. “La Pasión India”, de Javier Moro, de nuevo en Booket: 14,50. “La Catedral del Mar”, largamente esperada: 11,95, editado por DeBolsillo. ¿Dónde fueron aquellos libros de siete euros?

Y entonces Planeta lanzó el bombazo: ¡Carlos Ruíz Zafón ha acabado su nueva novela! ¡La lanzaremos en Abril para arrasar en todas las ferias del libro! Muchos lectores se frotaban las manos, no sólo por el nuevo libro, sino porque al fin, después de ocho jodidos años seguramente sacarían “La sombra del viento” en bolsillo. Que ya tocaba, ¿eh? Que la edición más barata era un trade de 14,50 que pululaba desde el 2006.

Bueno, los lectores tenían razón. Hubo una edición en bolsillo que salió a la venta más o menos cuando lo hizo la nueva novela, el 17 de Abril. La editó, por supuesto, Booket, y vale… 14,50. Un bolsillo grande, de lujo, que incorpora un CD de música que ya usaron en su momento. Dos mil y pico pelas por un libro de bolsillo.

¿Los tienen cuadraos o no los tienen cuadraos?

En fin, me cabreé tanto que casi me decidí a hacerles boicot este Sant Jordi. Mi malévolo plan consistía en quitarle la cubierta a La Sombra del Viento y ponérsela por encima a la tremenda apuesta de Abril de la impagable Ediciones B: “Lo que el viento se llevó”, de Margaret Mitchell, y sus dos secuelas cutres: “Scarlett O’Hara” y “Rhett Buttler”. Y no es broma. Esa fue su apuesta. En serio.

Pero al final todo quedó en agua de borrajas porque me bebí un café con sal de buena mañana y…

Hasta la próxima. Cuidaos.

 

 

Muerte en San Jorge

Muerte en San Jorge

Este miércoles me levanté a las seis. Me tomé un café que luego vomité al echarle sal en vez de azúcar (así de dormido iba). Me tomé otro café. Luego salí de casa y me planté en la plaza que hay cerca de mi librería para empezar a montar la parada. Allí me encontré con mis compañeros de librería y papelería, igual de jodidos que yo.

Por el camino me habían ofrecido ya unas siete rosas que yo decliné.

Llegó el camión del transporte con decenas de cajas de libros y tres paquetes con sucias carpas de metal y plástico que nos resguardarían del duro sol.

Montamos la primera carpa, quedó fenomenal.

Intentamos montar la segunda. No tenía instrucciones así que seguimos la lógica empleada en la primera carpa. Pero era diferente. Perdimos media hora. Al final logramos una pseudo-carpa de estabilidad dudosa.

Intentamos montar la tercera carpa. Tampoco tenía instrucciones. También era diferente. Eran las ocho y media de la mañana y aún no habíamos abierto las cajas de libros, peleados con las putas carpas. Yo sólo quería una cerveza. ¿Qué? Sí, tenemos "El Juego del Ángel", en cuanto lo saquemos de las cajas se lo doy.

Decidí que estar en la carpa era una mierda y que me necesitaban en la librería, donde está el fondo literario. Así que les dejé tirados y me fui al bar. El cuarto de tortilla me sentó mejor que a un israelita un copo de maná. El del bar me preguntó si tenía "El Juego del Ángel". Yo sólo asentí mientras masticaba tortilla y bebía café con leche. Iba a ser un día muy duro.

 

Entré en la librería y me puse a colocar el pedido urgente a toda hostia. Ya entraban los primeros clientes cuando me di cuenta de que ni siquiera habíamos encendido las luces aún.

Me pidieron tres libros especializados con título de palmo que no encontraba ni en la puñetera web del ISBN. Mientras el chico me miraba con lástima, yo me preguntaba quién podía ser tan CABRÓN como para regalar en Sant Jordi ensayos sobre microeconomía ucraniana. Al final desistió y me pidió "cualquier novelita entretenida". Yo le ofrecí "El Juego del Ángel". No eran ni las diez y media y ya había traicionado mis principios.

 

A las once y media se había agotado el libro de las narices. Llamé al enlace de la parada para que me trajera de allí un par de cajas y me dijo que se les había agotado también. Me cagué en la sota de bastos.

La mañana transcurrió en un frenesí hipnótico. Las horas avanzaban con rapidez pero al mismo tiempo parecían no discurrir nunca. Vendía a Delibes y a Capote. Vendía los últimos premios literarios. Una chica con cara alucinada me pidió la narrativa completa de Lovecraft que yo, como buen friki, tengo siempre en mi fondo. Una mujer extraña me pidió "La catedral del mal". Yo le di "La Catedral del Mar", pero no se fue convencida. Un chaval de unos diecisiete años me pidió "Miedo y Asco en Las Vegas", de Hunter Thompson. Se lo di en mano, diciéndole que era genial, y él sonrió aturdido. Me di cuenta de que su cerebro debía estar ya destruido por las drogas y que, efectivamente, el libro le venía como anillo al dedo. Sin duda, Dios ha creado a un lector adecuado para cada novela.

Llegaron cinco cajas de "El Juego del Ángel" que duraron hasta mediodía, cuando yo renuncié y me fui a comer con el primer turno, casi todos personal de la sección de papelería. La camarera perdió la nota. Cuando al fin llegó el primer plato entrcute; en el restaurante mi jefe y pidió una botella de cava. No eran ni las tres de la tarde y el tío ya iba camino de coger un cebollón.

Debo contaros algo sobre mí: soy muy junto de muslos. Así que cuando salí del restaurante descubrí con horror que iba rozado. Llegué a la librería andando como Lucky Luck tras caerse por un barranco. Y como mi calzado era una mierda, también iba medio cojo. Súmale la barba de toda la semana y parecía un monstruo surgido de las profundidades de la tierra.

Llegué a la librería y se fueron a comer los del segundo turno, que debido a una magnífica organización eran todos de librería. Me quedé sólo. Y entonces vi a mi jefe entrar con las mejillas sonrosadas, coger su chaqueta, e irse. Sentí el horror subir por mi espina dorsal. ¿A dónde iba? ¿A DÓNDE IBA? ¡VUELVE! Pero ya se había ido. En moto y con una botella de cava en el cuerpo como mínimo.

Por supuesto, las cajas se jodieron. Y las impresoras se atascaron. Así que una de las cajeras atendía a clientes exigentes mientras yo arreglaba ordenadores a puñetazos. No me preocupé por la cajera: ella sabía de sobras dónde estaba "El Juego del Ángel".

Luego vinieron unos tíos del AMPA de no sé qué colegio. Siempre he pensado que debería escribirse HAMPA. Y tener de presidente honorífico a Mario Puzo. Me jodieron bien, querían no sé qué apaño en el precio de los libros para poder venderlos ellos como si fueran incunables. Al final, volvieron los demás y yo pude regresar con mis libros.

 

Hacia las seis de la tarde vino el enlace de la parada con una nota. Quería el libro que figuraba en esa nota. En ella había escrito algo así como un churro arabesco del todo indescifrable. ¿Qué es esto? No lo sé, me dijo. Yo maldije a los dioses. Llamé por teléfono a la que había escrito la nota. No lo cogía. Nadie lo cogía. Al final decidí salir yo mismo de la tienda, ir a la parada, descifrar la nota, rapiñar títulos que me faltaran en la librería, y volver con mi trofeo. Tardé una hora en salir de la tienda. En serio. De seis a siete. Era imposible. Clientes furibundos aparecían de detrás de las estanterías para exigirme títulos. "Por favor, es sólo una pregunta". ¡Grave error del librero, el atender a esa pregunta! Invariablemente, esa "sólo una pregunta" era "¿Qué me recomiendas?".

Huí. Llegué a la parada y vi tres cajas de "El Juego del Ángel". ¿Qué hace esto aquí? pregunté a mi enlace. Él dijo: no sé, están desde esta mañana. ¿No me habías dicho que no quedaban? Él se encogió de hombros con una sonrisa y yo me cagué en el rey de oros. Le obligué a cargar con las tres cajas hasta la librería. Y lo logró, el tío. No sé cómo.

 

Volví y mi jefe se volvía a marchar. Yo ni siquiera le había visto volver, pero ahí estaba, con las mejillas más rojillas que un paquete de Marlboro, subiendo a su moto. ¡Esto va viento en popa! me gritó mientras desaparecía tras la esquina.

 

Las últimas dos horas las pasé en un remolino de títulos, polvo, libros y escozor de muslos. Me pedían "El Juego del Viento" y "La Sombra del Ángel". Me pedían "Las malévolas", de Littell. De verdad. Yo no sé qué extraña asociación de ideas debió hacer ese cliente para renombrar así un título como "Las benévolas".

Vendimos muchísimos libros. Malos y buenos. Clientes con pinta intelectual compraban bazofia y cholos con anillos de sello de oro me pedían las obras completas de Conrad. No se puede juzgar un libro por las tapas, y nunca mejor dicho.

Al final, cerramos la tienda y nos fuimos todos a la parada a desmontar las carpas y encajar los libros sobrantes. Pero el transportista llamó diciendo que se había perdido. Tomamos una cerveza para hacer tiempo mientras las piernas nos daban calambrazos. Llamó de nuevo el del camión. Se había vuelto a perder. Yo no necesitaba ni beber mi cerveza: se infiltraba en mi cuerpo por osmosis. Como si echaras en un vaso de leche una magdalena de hace un mes. Succión total.

Llegué a casa a las once. Cuando me metí en la cama no me dormí: entré en coma. Luego me desperté y pensé: tengo que escribir algo para el blog de la Molineta.

 

Ha pasado otro Sant Jordi. Exhaustos pero satisfechos, los libreros reflexionamos: una vez más, el país entero se ha creído la trola de que en España se lee. Y esto es sólo un prólogo: aún quedan muchísimas Ferias del Libro. Pero yo sé que a muchos les gustará el libro que les hemos aconsejado y, quizá, comprarán otro. O no. Aunque es bonito pensarlo.

Entretanto, hemos decidido exigir a Recursos Humanos que establezcan un nuevo tipo de baja laboral: La "Baja por Sant Jordi". A ver si cuela.

Cuidaos, amigos.

 

 

Se acerca El Día del Libro

Se acerca El Día del Libro

Hola amigos. Después de desentumecer los músculos atrofiados por la inactividad de febrero, al fin empiezan a llegar más novedades editoriales. La Feria del Libro se acerca peligrosamente y es el “ahora o nunca” de las editoriales. Buena parte de sus ganancias anuales van a depender de la pasta que se saquen en abril entre Sant Jordi y Ferias del Libro. Y supongo que también algún puesto de trabajo dependerá de ello. Seguro que en Ediciones B despiden a alguien. Como todo lo hacen MAL… Pero ese es otro asunto.

            Hoy de lo que quiero hablaros es del Marketing, y de los trucos baratos que usan las editoriales para convertir auténticas mierdas en libros del mes, o para condenar al ostracismo obras muy aceptables por haber diseñado una portada horrenda.

            El otro día me pasó algo curioso. Existe una novela que el año pasado sorprendió a propios y extraños al convertirse en un best-seller sin haber invertido demasiado en publicidad, y siendo además un tocho de mil páginas. Se llamaba El Quinto Día, estaba escrita por un alemán de nombre impronunciable, y era un thriller científico que, dejando de lado las típicas memeces sobre si “es una reflexión sobre la contaminación y el medio ambiente” y demás lecturas profundas, prometía mucho entretenimiento. Y lo da. Es una muy buena novela que recomiendo a todo el mundo, no es que la pluma sea sublime, pero la historia es muy entretenida, con personajes creíbles, y que realmente consigue engancharte. Y lo más importante: no le toma el pelo al lector. En fin, yo me he hartado de recomendarla, pero ni siquiera me hacía falta, el libro ya iba saliendo sólo, en parte por la fama que iba cobrando, y en parte por una excelente portada que podéis ver en la cabecera.

Pues bien. Ayer, mirándome las novedades, me encuentro con la novela Materia Extraña, cuya portada figura al lado en la ilustración superior.

            ¿Soy el único que piensa que esto es un intento descaradísimo de aumentar las ventas cogiendo las ideas de otro? Ya no hablamos de la moda de Portadas Negras Serias/Siniestras que sufrimos últimamente (a bote pronto recuerdo La Carretera, de Cormac McCarthy y Elegía, de Philip Roth) sino que el signo nuclear aquí es teñido de un azul marino sospechosamente parecido al ojo fijo de El Quinto Día. Pero eso no es lo jodido. Lo jodido es que funciona. Mal colocado en mi librería, ya he vendido tres en lo que va de semana (y es una semana malísima) mientras que El Amigo de Kafka se ha pasado todas las navidades en una mesa junto a Ernest Hemingway y Lovecraft y sólo le di salida cuando lo recomendaba yo de viva voz. ¿Por qué? Porque El Amigo de Kafka es un muy buen libro de relatos con una portada que es para coger al diseñador y prenderle fuego.

            No comulgo con la idea (tan extendida entre escritores frustrados) de que hoy en día sólo se vende mierda comercial y nuestras maravillosas obras se ven obligadas a comer polvo en un cajón. Hay mucha buena literatura publicándose por ahí, en editoriales pequeñas y en editoriales enormes… pero sí es cierto que el volumen de chorradas que se llegan a publicar y a VENDER a base de buenas portadas y grandes campañas de marketing es para plantearse qué carajo estamos haciendo todos, lectores, escritores, libreros. A mí me irrita vender esto en vez de cosas que considero geniales, pero oye… ¡hay que reconocer que a veces nos dejan personajes tan malos que son hasta buenos!

            El caso es que estamos en Marzo y cada día me empiezan a llegar más y más novedades. Tengo miedo. Podrían reeditar la Ciudad Sin Tiempo, que más vale malo conocido…

Entre los estantes de febrero

Entre los estantes de febrero

   Acerca de la Librería

Presentamos una nueva sección, que hemos dado en llamar “La librería”, donde Javier Traité, uno de nuestros recientes socios, librero y afincado en Barcelona, nos mantendrá al corriente de las últimas novedades editoriales, noticias del mundillo literario que corran entre los pasillos de su librería, o algún comentario sobre éste o aquel libro perdido en los estantes y que le guste lo suficiente (o lo suficientemente poco) para hacerle mención.

Estoy segura de que con este nuevo punto de vista, Javier Traité sabrá acercarnos a una parte de este mundo que, como escritores, suele quedarnos muy ajena. Esto es, la Literatura comercial.

Quiero recordar, a modo de presentación, algunas palabras que cruzamos cuando le propuse llevar la nueva sección, y que dan fe de cómo se dispone este Molineto a llevarnos por los pasillos de La Librería. Me confesó entonces que, a su modo de ver, la Literatura abarca un grupo muchísimo más amplio, y menos selecto, de lo que queremos confesarnos a nosotros mismos, habló de los escritorzuelos best-selleros y de que también la mala literatura se merece un hueco en nuestras vidas. Sin ella -dijo-, no reconoceríamos la buena. Por último, se comprometió a tratar en su primera entrada la última crisis editorial.

Que ustedes lo lean bien.

Julia R. Robles


 

 

 

 LA LIBRERÍA: 19 DE FEBRERO

Febrero es, para las transacciones literarias, un mes casi tan malo como Mayo. Apurando aún la resaca post-navideña, sumado al cada día más jodido nivel de vida, el volumen de novedades literarias que se editan en estos meses baja muchos enteros respecto al resto del año.

Uno de los movimientos cada vez más habituales de las editoriales (las fuertes, al menos) es lanzar “campañas” de bolsillo con los títulos que mejor han ido saliendo el semestre anterior. Gracias a máquinas de escribir libros como Stephen King o César Vidal, hay una rápida rotación en el mercado, pero ciborgs literarios hay pocos (y no sé si dar las gracias o maldecir por ello), así que los grupos fuertes parece que recurren a otras estrategias, a saber:

Primero.- Editar en bolsillo autores de segunda fila que no vendieron un carajo, pero en fin, a ver si ahora que es baratito sale mejor.

Segundo.- Editar en bolsillo autores que SÓLO existen en bolsillo. El amigo Peter Harris (publicado en DeBolsillo) se está haciendo su clientela dentro de los lectores del thriller y no tiene un solo libro en tapa dura.

Tercero.- Reeditar viejas glorias. Ojo, que esto es interesante. Resulta que se quedan sin cupo de autores que editar, pero ah, estos cabrones de Booket (por poner un ejemplo) están lanzando una nueva campaña, así que he de contraatacar. Y así te encuentras metido en una guerra en la que siempre, siempre, sale ganando el lector. El otro día estaba colocando tres cubetas llenas de libros de bolsillo, muchos de ellos autenticas majaderías, los típicos libritos con frases sobrecogedoras de algún periódico norteamericano en plan: “Impactante. Aterradora. Un desafío para los sentidos – The North Oklahoma Tribune”. ¿Quién coño lee el North Oklahoma Tribune? ¿Os compraríais un libro sólo porque en el Villacantuda de Abajo Journal un columnista al que han untado con dos duros dice que esa novela que tienes entre manos es la nueva Guerra y Paz? En fin, ahí estaba yo, colocando todo esto, y pensé: demonios, necesito una cerveza, y de repente veo una portada gris con unas flagrantes letras blancas sobre fondo negro: Matar a un ruiseñor. De Harper Lee. Con dos cojones. Supongo que llega un punto en que faltan autores y hay que recurrir a lo clásico. Haced el ejercicio y buscad en la base de datos del ISBN qué ediciones disponibles hay de este libro. Una editada por Orbis en 1987, reeditada en 1996 (Orbis es una editorial “kioskera”, de estas que lanzan la colección y luego nunca más se supo). Otra sin fecha de Plaza & Janés en la colección “Jet” de bolsillo (colección desaparecida hace años). Y la que me llegó el otro día a la tienda. Fíjate, todos hemos oído hablar de Lee y de Matar a un ruiseñor. Coño, sólo con que alguien haya visto la película, o la de Capote, le tiene que sonar un poco. Y lo que son las cosas, encontrar el libro editado en España era casi tan difícil como encontrar un tipo honrado en el Parlamento. Pero, ah, ahí está la Guerra de las Editoriales para satisfacernos. Lo tenéis en las librerías, editado en la colección Zeta Bolsillo, de Ediciones B (por lo demás, una editorial que sólo la caga, como ya explicaré en otra ocasión) por el módico precio de unos diez euros. Yo ya lo tengo en la reserva, pero claro, ahora es que estoy liado con Raymond Carver desde que algún desalmado de este blog publicó un artículo interesantísimo de su puño y letra y me entraron unas ganas tremendas de conocerlo. Ya os explicaré.

En fin amigos, que es un mes fabuloso para irse a las librerías y mirar NO en las novedades de tapa dura, sino en las mesas y estantes de bolsillo. Así a bote pronto: mucha novedad de género negro, una colección de relatos breves del escritor de ciencia ficción Orson Scott Card (Tautina, esto va para ti), más clásicos, como El Tercer Hombre, y un larguísimo etc. Es casi imposible que no encuentres algo interesante.