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Autores de la Molineta Literaria

Entrevista a Santa Cruz García Piqueras

Entrevista a Santa Cruz García Piqueras

 

Miré a mi alrededor con el corazón inquieto. El campo cercano estaba desierto, ni un alma paseaba que diría Santa, pero el temor a ser descubierta me obligó a escrutar el paisaje una vez más antes de decidirme a salir del agua. Atardecía y las hojas pardas de los árboles cercanos brillaban con reflejos áureos de otoño tardío. Recostada en la base de un árbol centenario, dejé que mis piernas de plata refulgiesen en ese juego de resplandores crepusculares.

Me sonreí pensando como veneraba Santa Cruz ese tipo de descripciones barrocas y sensibles. Esa era, sin duda, la característica más atrayente y desconcertante de su narrativa.

Mientras lo esperaba, y sólo para entretenerme, repasé una vez más los datos biográficos y literarios de su vida que habrían de servirme de presentación en esta peculiar entrevista:

Santa Cruz García Piqueras, que nació en Molina de Segura en 1950 y ha vivido (como a él le gusta explicar poéticamente) a caballo entre los siglos XX y XXI, es ingeniero técnico químico de profesión, y artista sensible de vocación. Escribe desde muy joven, tanto novela, como cuento y texto dramático. Su currículo es tan extenso como intensa es su vida y se hace difícil resumirlo en un espacio tan pequeño. Por aquello de no restar valor a lo que para algunos resulta tan importante, recitaré de corrido y sin pararme sus méritos, que siendo muchos y grandes, no llegan ni a la suela del zapato al reconocimiento del gran talento de este hombre de mirada acogedora.

Concurso de redacción patrocinado por Coca Cola (1960). Premio del concurso de relatos “Acequia Subirana”(1984). Accésit del Premio Jara Carrillo de poesía (1985). Segundo premio en el Concurso de Relato Corto de S. Pedro del Pinatar (1986). En 1990 la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma le concede una Beca de Creación Literaria para escribir una novela de temática murciana. “El Ángel de Salzillo”, se titula. Continúa inédita.

Desde 1996, como director del grupo de teatro “Epidauro Teatro”, escribe obras como: “Historia de Navidad” (1996); adaptación de “Historia que no acaba”, sobre un texto corto de Max Aub (1997); “Las palabras en la arena”, basado en otro de Buero Vallejo; “Sobre pobres y ricos” (1999); “Dos me como” (2000), “Judit y la guerra” (2002), “La razón de lo oscuro”, “La luna se ha puesto”, basado en una novela de Jhon Steinbeck, etc.

Además, pertenece a la Coral Polifónica Municipal Hims Mola, de Molina de Segura, en cuya revista ha publicado artículos de contenido musical y algún relato. Han aparecido cuentos suyos en dos antologías publicadas por Editorial Jamais, “100 relatos originales” y “100 cuentos geniales. Y en Lunas de Papel, se ha publicado un texto teatral, estrenado en 2006 por el Grupo Avesco.

Es miembro fundador de La Molineta Literaria, y participa en todos los proyectos literarios que esta activa asociación plantea: revista del mismo título, la antología “Cuentos de La Molineta”, “Dibújame un cuento” y “Cuentos en 10 minutos”, publicados por el Ayuntamiento de Molina. Suele encargarse también de la corrección de textos para el cuadernillo cuatrimestral de esta asociación.

Santa Cruz apareció al fin por el camino, y yo le sonreí, exhausta por el esfuerzo de recitar de memoria tanto mérito. Llegó hasta mí y me saludo con un cálido abrazo, de esos que sólo saben dar los hombres de enorme corazón.

—Te esperaba desde hace tiempo, temía que ahora que te requieren tanto por tus dos últimos libros estuvieras demasiado ocupado para venir.

—Nunca faltaría a una cita con mi sirena favorita —contestó complaciente— . Los libros sólo son libros, las personas y tú siempre sois más importantes.

Ya es tiempo de explicar que Santa siempre me ha tratado con un cariño inmerecido, de ahí que todo lo escrito (y descrito) aquí destile la empalagosa dulzura de la devoción que le profeso.

—No seas modesto, Santa, publicar dos libros en un año es digno de admiración, y más siendo libros de cuentos, un género tan elitista y minoritario.

— “Las Voces de Setenil” y “El Libro de los Tiempos” son dos libros muy diferentes en realidad, aunque tú los englobes en un mismo género literario.

—Yo no englobo nada —dije arrugando la nariz.

De sobra sabía yo que tratar de unificar las mil caras de ese hombre neorrenacentista era una necedad.

—Tan cómodo me siento en el terreno de la narrativa como en el de la dramaturgia, mi sirena —me explicó condescendiente—. Tanto disfruto escribiendo un cuento como una novela o un texto dramático. Son experiencias distintas, pero igual de lúdicas. En cierto modo, se complementan entre sí. Lo importante es crear, transmitir ideas, divertirme y hacer que los demás se diviertan, que piensen o lograr simplemente que se entretengan.

Moví la cola distraída, Santa Cruz siempre contagia su ilusión a aquel con el que habla. Una siente de pronto unas ganas tremendas de escribir, de interpretar o (como es mi caso siendo sirena) de cantar en una coral (o entre el coral).

—Cada uno de estos campos tiene su propia magia —continuó presa de su propio optimismo—. Es una gozada contemplar cómo seiscientas personas ríen con la representación de una farsa escrita por ti, pero también emociona ver cómo se dejan atrapar en una obra seria, un drama. Anima que alguien te pare por la calle y diga que ha disfrutado mucho leyendo un cuento tuyo o presenciando una representación que has dirigido, basada además en el texto que has creado.

Lo miré emocionada y recogí la cola entre mis brazos. Su modestia era sincera, una característica más que lo diferenciaba de tanto literato prepotente y lejano. Me sentí muy orgullosa de contarme entre sus amigos.

—Nunca agradeceré bastante el haberte conocido a través de la Molineta Literaria, mi querido Santa. Eras el presidente electo cuando entré en la Asociación. ¿Recuerdas?

—La Molineta se había convertido en una mezcolanza de gente muy dispar (desde autores más o menos consagrados, con obra editada, a otros totalmente inéditos o que estaban iniciándose en las letras), que acudía a las reuniones movida por intereses muy distintos. Unos venían porque realmente se lo pasaban bien y aprendían, porque aquellas reuniones servían de acicate y estímulo para seguir adelante, madurando, creciendo como escritores; otros porque el grupo cultural era una magnífica plataforma para asegurarse la publicación de sus trabajos en la revista; hasta hubo quien lo entendió como un negocio para la propia autopromoción, algo que no era compartido por el resto. Además, y como suele suceder en todo grupo que se precie, había también quien estaba en desacuerdo siempre con las líneas generales de actuación marcadas, creando interminables polémicas que a nada positivo conducían.

Un brillo triste le asomó a la mirada. Él, como yo, siente un gran apego por esta asociación y vive sus luchas como propias. Traté de animarle con mis habituales modos de sirena pizpireta, dándole empujoncitos cariñosos de atención.

—Vamos, Santa, aquello ya pasó. Ahora La Molineta Literaria es un grupo unido y fuerte.

Tienes razón —volvió a sonreír—. Hasta ahora no me había planteado seriamente el publicar. De modo oficial, me refiero. Estaba muy a gusto con mi teatro y mis colaboraciones con La Molineta o con las otras revistas. Pero casi por casualidad  (empujado por los amigos, más bien, que me han obligado a dar los pasos pertinentes, y beneficiándome del pequeño boom literario generado en torno a La Molineta Literaria), me he encontrado de pronto con dos libros publicados.

—¿Sabes, mi querido Santa Cruz? —dije con un coqueto meneo de melena— Hablas demasiado. Se me está secando la cola. Cuéntame qué te impulsa a escribir, y se conciso por favor, o pronto me convertiré en un bonito curado a la sal.

Santa rió con la comparación y me contó (mientras trataba de salpicarme las escamas con un hilillo de agua que surtía cerca de nuestro árbol) sus inquietudes.

—Escribo porque me gusta; porque me lo paso bien; porque es una auténtica necesidad para mí; porque se ha convertido en hábito y no sabría vivir sin ello; por compartir con los demás mis fantasías; porque soy un lector empedernido y, a veces, no encuentro el libro que me gustaría leer y pienso que quizá se esconda en la tinta de mi bolígrafo o en el ratón de mi ordenador... ¿Son razones suficientes, sirena impaciente?

Y diciendo esto, me lanzó todo el agua contenida en el hueco de sus palmas a la cara. Rompí a reír y le sacudí un empujón con mi enorme cola.

—¡Ah, espera! —dije de pronto—. Antes de irme debes decirme cuales son tus lecturas y tus influencias. Ya sabes que ésta es la pregunta por antonomasia…

—Leo de todo, y mucho; desde novela clásica a simples best seller, pasando por libros de poesía o textos teatrales. Normalmente voy siempre a tiro fijo, sobre seguro, porque antes me dejo aconsejar por amigos o familiares. No suelo perder tiempo intentando leer cosas calificadas de sublimes por la crítica pero que resultan aburridas e insoportables.

Me sonreí malévola pensando que dirían sus propios críticos de esto.

—Entre lo último leído, me ha gustado de forma especial: La nieta del señor Linh, de Philippe Claudel, El sol de los Scorta, de Laurent Gaudé y Brooklyn Follies, de Paul Auster. Todos ellos recomendados por mi buen amigo Alberto Zancajo, que encima, me los presta gustosamente.

Anochecía, y hube de despedirme. Nos dimos un nuevo abrazo, que yo acompañé de un beso en la mejilla, antes de zambullirme en la fuente de Setenil, feliz de seguir compartiendo nuestro secreto.

Porque la verdad es que nadie sabe (salvo yo, la esposa que él ama sobre todas las cosas y ahora ustedes) que Santa Cruz García Piqueras es en realidad un niño chico que gusta de jugar a escondidas con sirenas inventadas.

Todos los datos biográficos referidos a Santa Cruz García Piqueras son reales y cuentan con su autorización para constar en esta publicación.

Julia R. Robles

 

 

Entrevista a Pablo de Aguilar González

Entrevista a Pablo de Aguilar González

“Coincidí con Pablo de Aguilar en mi último viaje en la nave crucero Carlomagno. Los veinte pasajeros de esa travesía de placer nos dirigíamos a UB313 para un cambio de cuerpo, lo que nos mantenía bastante nerviosos, así que fue una alegría encontrar a alguien conocido con quien poder charlar…”.

Así empezaba mi nuevo relato, cuando me detuve mirando mi última frase y preguntándome cuánto conocía realmente de Pablo de Aguilar. Lo llamé. “Necesito que contestes a unas preguntas, Pablo”. Ya sabemos lo importante que es el trabajo de investigación para un escritor. Incluso aunque mi cuento verse sobre una nave espacial que surca el espacio más allá de Urano, también los géneros menores necesitan un poco de esfuerzo. Y él, siempre solícito, se hizo de rogar lo justo para que su orgullo venciera a su modestia. Al final, me miró con esos ojos burlones suyos y contestó: “Venga rubia, dispara”.

Pablo de Aguilar González nació en Albacete un mes de marzo de 1963. Conoció a dos grandes maravillas de este mundo, Murcia y su esposa, a la edad de 21 años, mientras cursaba sus estudios de informática. Y regresó en el 2000, afincándose en Molina de Segura, con intención de permanencia.

Los efluvios culturales de esta tierra le han inspirado desde entonces, incitándole a escribir historias y augurándole una satisfactoria carrera en las letras. En sólo unos pocos años, ha acumulado en su haber una lista lo suficientemente larga de méritos, como para que se le olviden cuando los enumera de memoria -créanme, yo he sido testigo-, y entre ellos, figuran los siguientes:

Finalista en 2004 en el concurso “2001 palabras en el Ciber-espacio”, organizado por la revista Teína.

Segundo premio relato corto “Concurso literario de poesía y relato corto Emilia Pardo Bazán 2005”, en Murcia.

Tercer premio en el IX Concurso de Narraciones Breves del Ideal de Granada en 2005.

Segundo premio relato corto “Concurso literario de poesía y relato corto Emilia Pardo Bazán 2007”, en Murcia.

Publicaciones de relatos en “El Ideal de Granada” y “Lunas de Papel” así como en varias antologías como “Cuentos de la Molineta” “Las narraciones breves de El Ideal” o “Dibújame un cuento”.

Yo ya sabía, cuando lo llamé, que tenía un par de novelas inéditas tocando a las puertas de algunas editoriales. Lo que no sabía es que este prolífico caballero andaba ya preparando una tercera.

- Oye, Pablo, ¿te acuerdas de cuando nos conocimos? Fue cuando supiste de la Molineta literaria, ¿no?

- Supe de ellos hace tres años, por una presentación que hicieron en el casino de Molina de Segura. Mi cuñado me envió un correo con información sobre el acto y yo, que hacía poco que escribía, y estaba interesado por lo que cualquiera pudiera contar sobre el relato, me decidí a ir. En aquella presentación, los miembros se mostraron muy dispuestos a admitir a cualquiera que quisiera formar parte de la asociación. Pero, en ese momento, yo pensé que había demasiado nivel literario y no me decidí.

Un año más tarde, te conocía a ti, a partir de nuestros blogs en Internet. Ambos teníamos inquietud por relacionarnos con otras personas que escribieran. Yo, entonces, recordé a La Molineta Literaria y te propuse volverlos a encontrar y hacernos miembros.

- Y yo dije que sí. Siempre te digo que sí tarde o temprano – le susurré con la más dulce y coqueta de mis sonrisas. Él me ignoró, como siempre, y yo me corté -. ¿Y encontraste allí esas relaciones que suponías con otros escritores?

- Para ser sinceros, no era lo que esperaba – torció el gesto y se quitó un hilillo de la camisa. A veces, cuando algo le disgusta, su rostro parece mucho más serio de lo que es -. Yo esperaba a un grupo de gente más participativa a la hora de aprender. La Molineta ha sido y es muy activa en cuanto a la realización de diversos proyectos. Todos ellos de mucho mérito, teniendo en cuenta la cantidad de gente que la forma. Sin embargo, yo tenía en mente un grupo que discutiera más de técnicas y estilos; de dónde estaban los puntos flojos y los fuertes de cada cual; de apoyarnos en las lagunas creativas... Yo, en definitiva, esperaba un grupo más orientado hacia el interior de la organización que de cara al exterior.

- Pero en esta asociación hay escritores de todos las calidades, tanto noveles como veteranos en la publicación. Unos quieren aprender, otros enseñar y otros simplemente, estar.

- Los había de todo tipo – me atajó-. Han ido yendo y viniendo. Encontré amigos para toda la vida y he de decir que, por desgracia, también algún enemigo. Lo que sí es cierto es que en La Molineta Literaria hay mucho nivel. Hay muchos estilos y han pasado por ella muchos más. Cada uno tenemos nuestra propia voz narrativa, nuestra propia forma de ver y contar las cosas. Unos con mayor pericia que otros, pero cada uno a su manera (la mejor que cada cual sabe) Y eso enriquece mucho los cuadernillos que imprimimos para leernos entre nosotros. Alguno de esos cuadernillos tiene más nivel que muchos libros de relatos que circulan por ahí.


- Parece mentira cómo te quejas siendo el actual presidente – le dije con ironía.

- Sí, suena raro después de todo lo que he dicho anteriormente ¿verdad? Ya sabes cómo son las cosas en estas asociaciones pequeñas, los cargos suelen ser más tirando a “un marrón” que a “un chollo”. Además, aún no renuncio a convencer al resto de que a La Molineta le convendría virar, aunque sea un poco, hacia mi concepto de lo que debería ser. Tampoco puedo (ni quiero) imponer mis ideas.

- Pero se han hecho muchos proyectos en la asociación bajo tu tiempo de tutela.

- Pues aparte de los tres a cuatro cuadernillos de relatos anuales, y de la publicación del libro “Dibújame un cuento”, en el que participaron los alumnos de varios colegios de Molina con sus ilustraciones, estamos a punto de sacar a la calle el proyecto “Un cuento en 10 minutos”. En todos estos proyectos, yo mismo he participado con algún relato.


- ¿Y fuera de la asociación?

Fuera de la Molineta, soy cofundador de una página de Internet. Cuentos de burdel en la cual, actualmente, publicamos tres autores que subimos nuestros trabajos dispuestos (y esperando) que alguien nos los destripe. En su día nos planteamos el subir textos de otros autores, pero conocíamos las dificultades que eso planteaba porque veníamos de otras páginas en las que ya se hacía y decidimos que ya que todo el mundo puede tener un blog, no tenía demasiado sentido pedir que otros nos enviaran sus obras. Hace poco, hemos abierto un club de lectura que espero que tenga éxito y se mantenga en el sitio.

Sentí una leve punzada de remordimiento que me asomó al rostro, por no pasar por su blog tan a menudo como debiera. Él continuaba su argumentación, ajeno a mi rubor.

-“Cuentos de Burdel” está teniendo una aceptación razonablemente buena. En poco más de un año abierto, la página cuenta con más de 85000 visitas.

- ¿Sabes? Aún no he decidido si eres cuentista o novelista. ¿Tocas más ramas literarias?

- Nunca he escrito poesía ni creo que lo haga. Me gustan el cuento y la novela. Y compagino ambos, aunque, del poco tiempo que dedico a escribir, últimamente gasto más horas en la novela.

- Así que, decidido, eres más bien novelista.

- La novela requiere más disciplina y cuando te metes en una has de saber que es un proyecto a largo plazo. Esto, que puede dar pereza al principio, luego llega a ser gratificante. Sobre todo cuando se alcanza esa fase en la que, por fin, conoces a tus personajes y los sientes como si fueran gente real (En realidad, al menos para mí, llegan a serlo). Como parte negativa, aparte de lo de la disciplina, podría decirse que, para escritores que no publicamos, pasar varios meses escribiendo una historia para que luego apenas se lea (La novela no es un formato adecuado para colgar en Internet), puede llegar a ser algo frustrante.

Sonreí. Siempre acababa escuchando la palabra frustración unida a cualquier modo de arte.

- En cuanto al cuento, es muy satisfactorio. Se escribe rápido y, al final, siempre puede terminar en Internet. Tengo comentarios de gente de partes del mundo que, de otro modo, nunca hubieran sabido de mí. Que jamás llegarían a leer una novela mía, aunque ésta hubiera sido publicada. La parte mala es que, para el cuento, el esfuerzo creativo quizá sea mayor. Si una novela tiene un tema para, pongamos, 200 páginas, en un cuento tienes que encontrar un tema distinto para tan solo 4 u 8 páginas...

- Entonces si tienes que elegir qué te mueve a escribir, si la necesidad o la satisfacción de hacerlo…

- La satisfacción, sin duda. No soy de este tipo de gente que dice que no podría vivir sin escribir. Yo lo he hecho durante muchos años. Si bien es cierto que ahora mismo no me veo no haciéndolo, sé que podría pasar perfectamente sin escribir. Puede que un día pase, no lo sé.

- Anda ya – repliqué con una sonrisa – ambos sabemos que cuando este aguijón te pica, te envenena para siempre. Seguro que ya tienes rutinas de escritor y todo.

Mis rutinas son complicadas. Tengo poco tiempo para escribir, así que, lo hago cuando puedo. Los fines de semana, siempre que las obligaciones me lo permiten, por la mañana. Las mañanas son mi mejor hora, cuando más despejada tengo la mente, cuando más lúcido estoy.

- ¿Y tienes una guarida? ¿Un rincón sólo tuyo y de tus letras?

- Suelo escribir en el despacho de casa. Pero no soy demasiado delicado. Lo hago siempre en ordenador y, a veces, he estado con el portátil en una casa llena de gente, o en la biblioteca, o en un jardín. Me abstraigo del entorno bastante bien.

- Aún me falta, parafraseando al gran Paco López Mengual, saber tus influencias.

Actualmente, en literatura, como en todas las demás facetas de la vida, hay de todo. A mí, en particular, en los últimos tiempos, me interesan mucho varios autores norte americanos: Auster, Spambauer, Chuck Palahniuk... Y Carver por su estilo minimalista y su escepticismo. Con esto no estoy menospreciando a los autores españoles. Todo lo contrario. Es sólo que eso es lo que ahora me apetece leer.

- Y de la literatura contemporánea que mencionabas antes, ¿qué te interesa?

-En cuanto a la literatura actual, está como la vida actual. Llena de lo que en mi opinión son, “vende humos”. Las publicaciones se mueven por las cifras y éstas por el marketing. Y no siempre se promociona lo bueno, sino lo vendible. Aunque no necesariamente tienen por qué ir reñidos. Dicho esto, aclararé que opino que algunos títulos de esos que han vendido millones de libros y aunque la mayoría de ellos no forman parte de mi gusto literario, consiguen algo que todos los que escribimos queremos conseguir: han sido leídos. Llámalo marketing o llámalo como quieras, pero fomenta la lectura.

De todas formas, también hay editoriales que apuestan por la calidad. Y no debemos olvidar nunca que las editoriales son empresas que buscan un beneficio. No son ONG’s en busca de la mejor literatura (si esta no es vendible). Ni a la caza de nuevos talentos (a no ser que vayan a vender mucho). Yo siempre he estado seguro de que lo bueno termina por salir adelante; que el talento siempre se abre camino. Los escritores somos egocéntricos: Yo creo que deberíamos pensar que, si nadie nos publica, no será porque nos tienen manía, ni porque hay una pléyade de enchufados antes que nosotros. Sino porque no hemos alcanzado el nivel que se requiere. Un poco menos de paranoia y un poco más de realismo y autocrítica.... quizá no tengamos el talento que todos pensamos, o queremos pensar, que tenemos.

- Así que según tú, sigues creciendo, alimentándote y aprendiendo hasta que llegue tu oportunidad. ¿No hemos hablado de eso?

- Pues ya hemos hablado de casi todo. Actualmente estoy cerca de terminar la que será mi tercera novela. Acudo los martes a las tertulias literarias en la cafetería El Ateneo de Molina de segura y, aunque pocos, subo algunos cuentos a “Cuentos del burdel” Teniendo poco tiempo, como me pasa a mí (y a tantos otros), creo que debo dedicar mis esfuerzos a escribir y, en cuanto a lo demás: lo que tenga que venir, que venga.

 

Le di las gracias por su paciencia y nos despedimos con un sincero abrazo. Volví a casa ansiosa por retomar mi cuento: “… Así que fue una alegría encontrar a alguien conocido con quien poder charlar. Me gustaba Pablo, al menos todo lo que un humano puede gustarle a una ensifera de antenas largas y cuerpo…”

- Vaya -pensé- tengo que documentarme sobre las langostas ¿Conozco alguna a la que llamar…?

Todos los datos biográficos referidos a Pablo de Aguilar González son reales y cuentan con su autorización para constar en esta publicación.

Julia R. Robles